MEIRC es un método desarrollado en Walden que se fundamenta en el seguimiento de cinco puntos clave: Motivación, Exigencia, Intervención, Respuesta y Consecuencia. Este esquema ofrece una estructura sólida y efectiva para abordar una variedad de problemas psicológicos y emocionales clave en la formación de niños y no solo con condiciones neurológicas específicas, sino también para alumnos neurotípicos.
En primer lugar, la Motivación sirve como el impulso inicial para el cambio. Entender completamente lo que tu hijo desea en cada momento de su vida aumentará la atención que prestará a las instrucciones diarias.
La Exigencia en el método MEIRC implica solicitar al niño que vaya un paso más allá de lo que actualmente domina y repetir lo que domina más veces. Cada alumno tiene su propio nivel de dominio, por lo que el objetivo más importante es identificar el de tu hijo para construir desde allí. Esto hará posible que no se frustre durante el proceso de enseñanza.
El contacto con un entorno natural proporciona beneficios significativos que amplifican la respuesta del alumno.
La Intervención es el acto de ayudar a que la conducta se lleve a cabo. Si deseamos que nuestros hijos sean obedientes, debemos incentivarlos y ayudarlos, primero a completar las tareas, puesto que requieren que les enseñemos cómo hacerlas, pero luego, una vez dominadas, retiramos gradualmente la ayuda en un proceso conocido como desvanecimiento.
La Respuesta es crucial para garantizar que tu hijo no olvide lo aprendido. Practicar hasta dominar es clave, pero más importante aún es premiar cada avance con elogios hasta alcanzar los objetivos con respuestas excelentes. Luego, celebrar estos logros para fomentar la repetición de estas conductas en el futuro. Los modales y la conducta se practican constantemente.
Finalmente, en el método MEIRC, la Consecuencia es lo que debemos hacer inmediatamente después de cualquier comportamiento de nuestro hijo y determina si volverá a ocurrir o no. Si tu hijo se porta mal, podría deberse a una respuesta inadecuada de tu parte, en vez de disciplinar, posiblemente estés reforzando. Por otro lado, si tu hijo se comporta bien, significa que estás respondiendo adecuadamente a su buen comportamiento. Idealmente premiar debe ser más frecuente que disciplinar.